No hizo falta mucho tiempo para que la polémica volviese a Anoeta en un partido tenso e importante para ambos equipos. En el minuto cuatro el estadio protestó al unísono, una vez se vio la acción en la repetición de las pantallas, por una falta clara de Lejeune sobre Oyarzabal casi en el centro del campo, en un balón dividido al que llegó primero el realista y en el que el central rival no estuvo ni cerca de tocar balón, y cazó el pie del txuri urdin.
El pequeño detalle es que el rayista era el último jugador. Una más que posible tarjeta roja porque Oyarzabal le había ganado la partida y se marchaba sólo contra Batalla. El colegiado José Luis Guzmán no señaló ni falta, Oyarzabal se quedó tendido sobre el verde con dolor y necesitó asistencia médica, pero en ese tiempo el VAR, dirigido por un Pablo González Fuertes con un largo historial de errores, no mandó al árbitro a revisar la acción. Todo quedó en nada, como si no hubiese pasado nada. Una acción que podía marcar el partido.
