Derrota muy dolorosa de una Real sin alma ni apenas fútbol que se iba a marchar con un punto soso e insuficiente pero que no pudo ni mantenerlo pese a no volcarse en ataque como debe un equipo herido y necesitado ni antes del 0-1 ni después. Un ataque veloz del Rayo en el tramo final, que buscaba el 0-0 claramente, sirvió para cargarse a un equipo de Sergio que estuvo lejos de plasmar sobre el verde la mejora de la semana pasada y sí que mostró las dudas y tensión propias de estar en descenso, rozando el farolillo rojo y con una sola victoria a estas alturas. Ni los hombres de confianza del día del Mallorca, ni las distintas alternativas salvaron a la Real ni a Sergio. Ambos se complican mucho la vida y se vienen días muy largos en Donostia. Urge empezar a ganar, sea como sea ya, pero también un volantazo del técnico, que es el primer señalado, pero no el único, porque la alarmante falta de actitud enrabietada y ganadora de buena parte de los jugadores no puede pasar desapercibida.
Guedes y los del Mallorca
Sergio no debe ver del todo apto a Kubo por el tobillo o por fútbol, porque volvió a dejarle en el banquillo para dar continuidad a Guedes. El luso fue la única modificación respecto al equipo titular del día del Mallorca. Sergio hizo cuatro cambios respecto a Barcelona para volver al único equipo que le ha hecho ganar, con Soler y Brais, y Aramburu y Sergio Gómez. Yangel fue el descarte de última hora por lo que todavía no está listo, o no quieren que lo parezca para que no vaya con Venezuela.
Una no roja que cambiaba todo
El partido era vita y la situación de ambos equipos, complicada y delicada. Debía verse un inicio fulgurante de energía pero no fue tal ni sobre el verde ni en la grada. La primera mitad fue un somnífero para casi cualquiera en una tarde de domingo. Sólo la ocasión de lejos de Guedes y el error de Gorrotxa que casi acaba en gol despertó momentáneamente al estadio. Eso, y la roja no sacada a Lejeune que hubiese cambiado todo en el minuto 4. Se protestó poco para lo clara que era, bastante más que la de Huijsen sobre el mismo Oyarzabal, aunque similar en características. El capitán le ganó la partida al central del Rayo en un balón dividido en el centro del campo cuando el galo era el último jugador. Ya se iba sólo el ‘10’ hacia Batalla, por la parte central y con el balón controlado además, pero José Luis Guzmán no señaló ni falta en la ‘cazada’ que le pegó Lejeune al realista, muy clara. Necesitó asistencia médica el eibartarra, pero ni en ese tiempo le mandó revisarlo el encargado del VAR, un viejo conocido y no por sus buenas dotes arbitrales precisamente, Pablo González Fuertes. Pasó casi como si nada cuando era una acción clave y un error evidente. Coincidió con la entrada a la grada de Bultzada, que había protestado durante cinco minutos por el genocidio en Palestina, pero no fue aliciente para apretar al árbitro.
De lo demás, muy poca cosa, aunque más protagonista la Real. Se notaba el miedo a perder en la falta de juego y ritmo. Guedes estuvo activo y se marchó dos veces por la banda (una de ellas por un brillante pase de primeras de Brais), además de ese tiro alto desde la frontal tras dos grandes recortes. Se acercó más el cuadro txuri urdin pero sin demasiado ‘punch’ y casi encaja el 0-1 de De Frutos en una mala entrega de Gorrotxa en la salida de balón con todos abiertos, pero el tiro del rayista, con Remiro volviendo aún a su sitio, fue malo y se marchó fuera.
Hundidos
Les debió de apretar las tuercas Sergio al descanso porque el equipo salió bastante más activo en la segunda mitad, aunque sin brillantez ni excesiva verticalidad tampoco, y sin premio. Entró en acción Barrene, que sentó con un quiebro a Ratiu en el área y cedió atrás el balón a un Oyarzabal que no pudo engancharla bien. Poco después el capitán sí realizó su primer remate a portería con un fuerte disparo desde la frontal tras un buen giro de Guedes, que repelió bien Batalla. Pero el Rayo también se asomó con un buen centro que terminó disparando Chavarría tras una dejada de Fran Pérez. Salvó el gol Zubeldia.
No lo vio claro Sergio, y optó por dar entrada a Sucic, recibido con algún pito, y a Kubo. Volvía ese centro del campo de Brais-Sucic, tan evitado porque no funcionaba. La Real desperdició una buena contra de Barrenetxea porque ni el croata ni Oyarzabal se movieron. El capitán terminó recibiendo el balón, recortó a un defensor algo lento y su disparo en el área fue bloqueado. Avanzaban los minutos sin demasiada chicha y Sergio optó esta vez sí por el delantero de área, por Karrikaburu. Prescindió de Barrene y pasó a banda a Oyarzabal. También entró Marín por un gris Brais para adelantar a Sucic. Y justo después llegó primero el aviso de Díaz desde lejos que paró Remiro, y después el jarro de agua fría con el gol a la contra de Pacha a pase de Ratiu. Autopista por la banda y los dos atacantes solos en el área. Era el 84’. “Échale huevos” desde la grada, pitos y un parón largo, en descenso, en el horizonte. Y ni así tuvo minutos de asedio ofensivo el equipo txuri urdin, sin agotar los cinco cambios pese a la plantilla de 28 jugadores. Apenas un tiro, muy claro eso sí, de Sucic a portería en el 95' en un pase atrás de Oyarzabal. Insuficiente y lógicamente preocupante.